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Sábado, marzo 5th, 2016

Chulas y manolas, estereotipos femeninos en el universo de Casas

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Chulas y manolas fueron personajes típicos de la obra de Ramon Casas y de otros pintores del siglo XIX y primeras décadas del XX, como Hermen Anglada Camarasa, Ignacio Zuloaga, Julio Romero de Torres y un largo etcétera de nombres, hoy olvidados, como José Llovera.

En esencia son una forma de representar la feminidad en el marco general de los exotismos, España, la españolada como el orientalismo más cercano. Sin embargo, como con todas las representaciones estereotipadas, no se puede hablar de un único significado; este es cambiante según la época. El concepto de lo que es una chula o una manola evoluciona, cambia, se adapta al paso del tiempo.

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Chula, c. 1898. Colección particular

Para definir estos estereotipos de mujeres populares recurriremos a un clásico, Majas, manolas y chulas de Enrique Rodríguez Solis, publicado en 1886. Según este autor, chulas y manolas son una derivación de la maja del siglo XVIII. Por majo y maja se entendía el habitante de los suburbios de la Corte de Madrid, en concreto de los barrios de Lavapiés y Maravillas, hombres y mujeres que, aun no perteneciendo a la nobleza, sí vestían con cierta elegancias y distintos adornos, con la única finalidad de exhibirse, ser vistos, admirados. Este concepto se identifica rápidamente con la idea de autenticidad española, por contraposición al afrancesamiento de cierta aristocracia, representada en el petimetre y la petimetra. En palabras de Rodríguez Solis, la maja es una mujer apasionada, orgullosa con desenvoltura, y generosa, unas características que la hacen moralmente superior al majo, porque “la inmoralidad de la maja es más de palabra que de obra: es su lengua y no sus vicios lo que la pierde.”

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Anís del mono, Liqueur. C. 1907. Colección Marc Martí

Ya entrado el siglo XIX, las manolas y los manolos son los herederos de las majas y pintores del siglo XIX y primeras décadas del XX, como Hermen Anglada Camarasa, Ignacio Zuloaga, Julio Romero de Torres y un largo etcétera de nombres, hoy olvidados, como José Llovera.

 

El lugar de la manola, hacia 1860, es ocupado por la chula, un grupo formado, principalmente, por trabajadoras de fábricas (cigarreras). Su vestimenta era: “chaqueta negra; linda falda de percal o lana, elegantes botinas, de color azul o naranja la caña, y el chanclo de charol, lleno de pespuntes; ancho delantal oscuro; pañuelo de seda a la cabeza, recogido en las sienes, cubriendo la punta de atrás con el pañolón de merino negro bordado en sedas; y peinado de última moda.” Son mujeres independientes, de carácter indomable, siempre dispuestas a la rebelión y a la huelga, pero también a la fiesta, los toros y el flamenco. “La chula, que en política es socialista y en religión atea; en amor es exclusivista. Ama, y exige que se la ame.”

2614_casas © Carles Insenser - InPhoto
Manola con peineta y mantón, c. 1915

Su vestimenta también cambió; de una derivación del vestido de maja pasó, a partir de la década de 1840, a uno más parecido a lo que vemos representado en las figuras de Casas: “Saya lisa de percal francés; ricas medias caladas; guarnecido delantal; precioso zapato de cinco puntos, con galgas; pañuelo de crespón, con las puntas atadas a la cintura, o largo de Manila; mantilla de sarga o moaré, caída sobre los hombros con gracia especial o cruzada sobre el pecho; rodete de canastillo unas, y moño otras, con peineta de concha; largos pendientes de coral y collar de gargantillas con cruz de oro colgante.” Y con el vestido mudó de carácter e incluso de partido político, dejando de ser monárquicas conservadoras para convertirse en liberales.

Vicente de la Fuente Bermúdez

*Se puede leer el texto completo en el libro Ramon Casas. La vida moderna

 


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